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La deuda española está viviendo su momento más dulce en la crisis. El Estado no sólo coloca sin problemas todo el papel que ofrece a los inversores, sino que además se permite el lujo de atraer financiación extra. En 2013, el total de sus emisiones alcanzó los 238.560 millones de euros, 8.560 millones más que el objetivo inicial del Gobierno. Y, además, el Tesoro se permitió el dispendio de reducir el tipo de interés medio al que vende la deuda: del 3,01% de 2012 al 2,45% del año pasado.

“Las pruebas de esfuerzo van a penalizar las carteras excesivas de renta fija soberana, para que el riesgo soberano no se traslade a las entidades del mismo país”, explica Alicia Arriero, que cree que la banca va a diversificar sus carteras en otros activos de más riesgo pero con mayor rentabilidad, como la renta variable.

Las Letras tienen un máximo de duración de un año. Alicia Arriero, de Inversis, explica que es un movimiento típico de los inversores después de una fase de fuerte desconfianza, como la que vivió España durante 2011 y 2012. “Entrar en los plazos cortos de la deuda es la forma habitual que tienen los inversores de acercarse a un país, porque este tipo de inversión es menos arriesgada. Veremos si cambian estas posiciones por otras de más largo plazo. Ese sería, sin duda, un síntoma real de confianza en la economía española”, asegura la experta.

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