Los augurios proteccionistas se transformaron en realidad este lunes. Cristina Fernández Kirchner, presidenta argentina, presentó en el Parlamento el proyecto de expropiación del 51% de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Apelando a la historia, al colonialismo europeo, a la falta de inversión de empresas que se aprovechaban de los recursos locales, presentó el plan “Soberanía hidrocarburífera de la República Argentina”, en medio de ovaciones y vítores de los parlamentarios, como si de una cancha de fútbol se tratara. La decisión, como decía la presidenta, es histórica. Y cierto es que para este tipo de cosas, las empresas y los inversores tienen mucha memoria. ¿Quién va a decidir invertir ahora en Argentina?

El proyecto empieza así: “Declárese de interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos”. Es decir, Argentina quiere vivir durante décadas con sus reservas. Puede hacerlo, son suficientemente abundantes como para ello. La incógnita es saber si la nueva empresa YPF, con control público, tendrá la capacidad operativa y la eficiencia de la gestión privada. El 25,46% del grupo Petersen, de la familia de empresarios argentinos Eskenazi, se mantiene igual. Repsol pasará de poseer el 57,43% al 6,43%. Los 51 puntos expropiados se dividen entre un 26,01% de control del Estado y un 24,99% controlado por las provincias productoras.

YPF se fundó en 1922. 70 años después, bajo el Gobierno de Carlos Saúl Menem se procedió a la privatización. No obstante, el Ejecutivo se guardó la golden share (acción de oro), por la que tenía la posibilidad de expropiar la compañía por interés público. Es decir, el riesgo siempre ha estado presente. La decisión del Gobierno de Kirchner permite al Estado tomar ya el control de la petrolera, antes de concretar el precio y las condiciones de la expropiación, aunque en el artículo 17 de la Constitución argentina establece que “la expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada”.

Proteccionismo

La golden share que el Estado posee sobre las empresas en el pasado públicas y privatizadas, suponía un riesgo real de expropiación. Ese riesgo se convierte en miedo para los inversores potenciales. Una de las razones dadas por Fernández Kirchner para la expropiación era la falta de inversión de Repsol. Pero no hay mayor desincentivo a la inversión que la falta de confianza en un Estado. Según la mandataria argentina, YPF invirtió 8.813 millones de dólares (unos 6.700 millones de euros) entre 1999 y 2011, frente a unas ganancias netas de 16.450 millones de dólares (en euros, 12.500 millones), de los que el 80% se habían traducido en beneficios de los accionistas. En una carta de Antonio Brufau a la presidenta argentina, el presidente de Repsol aseguraba que el grupo tenía previsto incrementar en un 30% la producción de petróleo y en un 20% la de gas durante los próximos cinco años en el país, con una inversión de 30.000 millones de dólares primero, y después, durante 10 años, 12.000 millones anuales.

Sin embargo, con o sin razón, existe el sentimiento en Argentina de que las empresas que compraron en el proceso de privatizaciones del presidente Medem, no ejecutan inversiones productivas en el país. ¿Y cómo hacerlo con el miedo a la expropiación? Hay más de 400 empresas españolas con intereses en Argentina, entre ellas gigantes como Telefónica, Endesa, Santander, BBVA o Gas Natural Fenosa. Sin embargo, el miedo a no poder rentabilizar una inversión no es la mejor confianza para ejecutarla.

La mayoría de expertos coinciden en que el mayor impacto de la decisión del Ejecutivo argentino lo sufrirán los propios argentinos. La estabilidad jurídica, confianza o infraestructuras físicas son vehículos que atraen la inversión extranjera directa (IED). Y al revés: el proteccionismo, políticas inestables, y el temor a la expropiación, ahuyentan la inversión, suponen una barrera a la entrada de capitales foráneos. La IED es uno de los motores del progreso económico y más aún para los países desarrollados, que necesitan dinero para modernizar su sistema productivo y de infraestructuras, como ocurre en Argentina.

Repsol

El palo a Repsol en bolsa fue del 6% el martes. Sin embargo, el mercado ya había descontado con caídas del 30% en lo que va de año la expropiación de YPF, que para el grupo suponía el 26% de su beneficio antes de impuestos, y el 46% de sus reservas probadas. A largo plazo, varios analistas han mantenido su recomendación de compra. Los precios objetivo de los analistas se hallan entre 17 y 22 euros. Los más cercanos a 17 es contando con indemnización=0, algo poco probable. En cualquier caso, la cotización de Repsol se halla por debajo de esos parámetros, aunque sí hay consenso entre los analistas al señalar la volatilidad del valor a corto plazo. Por rebote, Sacyr Vallehermoso también se ha visto castigada en bolsa por la expropiación de YPF, al poseer el 10,01% de Repsol, y CaixaBank, que posee el 12,83%.