El EBITDA (Earnings Before Interests, Taxes, Depreciations and Amortizations) hace referencia a las ganancias de las compañías antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones. Es decir, se entiende como el beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducibilidad de los gastos financieros.

A pesar de que no forma parte del estado de resultados de las compañías, es un indicador muy utilizado como referencia sobre su actividad, ya que constituye un indicador aproximado de la capacidad de una empresa para generar beneficios considerando únicamente su actividad productiva.

Cómo se calcula

Primero. Calcular el beneficio neto de la compañía restando los gastos a los ingresos en el estado de resultados. Esto es lo que se conoce como EBIT, ingresos antes de los intereses e impuestos.

Segundo. Sumar los costes de depreciación al EBIT.

Tercero. Sumar los costes de amortización al EBIT.

Cuarto. De la suma de todos estos indicadores se obtiene el EBITDA.

Debido a que se agregan las depreciaciones y amortizaciones, éste se aproxima al concepto de un flujo de caja operativo. Este dato permite poder hacer una mejor comparación entre diferentes compañías. Y es que depura el efecto de distintos sistemas impositivos y de depreciación y amortización contable, así como el apalancamiento financiero entre empresas.

A tener en cuenta

Es necesario aclarar varios puntos para no incurrir en una mala interpretación del EBITDA:

  • El objetivo de este indicador no es medir la liquidez de la empresa, ya que aunque incluye las provisiones y amortizaciones, no tiene en cuenta otras salidas de tesorería como los pagos financieros o las ventas y compras que aún no se han hecho efectivas.
  • Al no considerar el endeudamiento de la empresa, es posible que un gran EBITDA sea consecuencia de un elevado grado de apalancamiento.
  • Al eliminar las amortizaciones productivas no tiene en cuenta las inversiones productivas realizadas ni en el pasado ni en el período actual.