Un mercado, para ser tal, debe proporcionar continuidad en el precio. Esto es, que los precios de los activos respondan a los sucesos que puedan afectar a dichos activos, ya sean noticias, cambios regulatorios, evolución económica, etc.

El mercado no funciona correctamente cuando hay momentos en los que no hay cotización del activo o se producen multitud de saltos en los precios. Esto dificulta la valoración del activo y por tanto la decisión de compra o de venta.