Entre las crisis y las cumbres, el entorno financiero y económico de la zona del euro no ha dejado de deteriorarse y constituye una amenaza sistémica para la economía mundial. Asimismo, a lo largo de los últimos meses, la economía estadounidense ha dado claras muestras de agotamiento. Y las economías emergentes continúan desacelerándose. En este contexto, la gestión activa del riesgo ha sido de nuevo la piedra angular de nuestra gestión y nos ha permitido obtener rentabilidades en todos nuestros Fondos, que desde el principio del año son más que razonables. La cuestión central que surge a día de hoy es la evaluación del riesgo de contagio económico de la recesión europea al resto del mundo.

Aunque determinados países de la zona del euro se encuentran ya en una recesión realmente severa, lo peor está aún por llegar para el conjunto de la zona. Consideramos inevitable la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento en Francia y en Alemania, mientras que las discrepancias siguen siendo profundas entre los partidarios de una evolución rápida hacia un federalismo europeo y quienes defienden el mantenimiento íntegro e intacto de su soberanía nacional.

A corto plazo, las fases de tensiones financieras son inevitables y provocarán el aumento de la intolerancia al riesgo. Simultáneamente, la degradación de la situación económica se va a confirmar y, como consecuencia, se revisarán a la baja las previsiones de crecimiento de los beneficios de las empresas. A más largo plazo, la continuación del descenso del euro podría compensar en parte la debilidad de la demanda, especialmente para las empresas exportadoras en las que nuestros fondos de renta variable europea han puesto acertadamente el acento desde principios de año. A pesar de todo, estos factores invitan a la prudencia y a la vigilancia. En este sentido, nuestros fondos de renta variable internacional mantienen una exposición muy limitada, tanto a la zona del euro como a la moneda única.

Estados Unidos se ve afectado

Si bien ya no cabe duda alguna de la posibilidad de contagio de las tensiones financieras europeas al resto de mercados internacionales, aún debe plantearse la cuestión del riesgo de contagio de la recesión europea a la economía estadounidense. Al otro lado del Atlántico, los datos estadísticos han experimentado una clara inflexión a lo largo de la primavera. Se observa una disminución de la creación de empleo y una inflexión de los indicadores adelantados de la economía, a pesar de la estabilización del sector inmobiliario.

En realidad, las cosas no son tan dramáticas. Las cifras actuales siguen siendo compatibles con un crecimiento económico de alrededor del 2%, lo que en el contexto actual no está tan mal. Además, el Sr. Bernanke permanece vigilante. Ya ha alejado hasta finales de 2015 la perspectiva de subida de los tipos de referencia, ha prolongado su operación «twist» y declara estar dispuesto a tomar las medidas adecuadas si la tendencia económica lo justificara (QE3 a tener en cuenta). Finalmente, en lo que respecta al posible fin de las exenciones fiscales de la era Bush, apostamos por que tanto republicanos como demócratas sabrán aplazar su vencimiento a tiempo. En términos de inversión, esta perspectiva se traduce por una prudencia a corto plazo, justificada por un crecimiento de los beneficios que se espera sea dispar.

El universo de países emergentes contribuye también a esta moderación del crecimiento mundial. No olvidemos que fue un crecimiento demasiado rápido lo que provocó que la mayoría de estos países sufrieran tensiones inflacionistas que hubo que controlar. A día de hoy la situación tiene dos caras. Brasil e India, por diferentes motivos, son países que tratamos con prudencia.

En lo que respecta a China, la ralentización es evidente pero creemos que está controlada. Las aguas del sector inmobiliario vuelven a su cauce, se ha instaurado una ayuda directa para la compra de automóviles en las zonas rurales y se han tomado un conjunto de medidas selectivas, más allá del descenso de tipos que ha tenido lugar durante este mes. Los datos económicos publicados recientemente confirman una mejora secuencial del ritmo de actividad que, este año, debería estabilizarse en alrededor del 8%. Este entorno ha puesto nerviosos a los inversores, quizá exageradamente, si tenemos en cuenta que, en esta ralentización estructural de la economía china, el gobierno sigue controlando la situación y, además, el país tiene el margen de maniobra más amplio del mundo.

A corto plazo, la superior rentabilidad de los mercados emergentes respecto a los desarrollados no es evidente, si tenemos en cuenta el posible contagio de las tensiones financieras europeas al resto del mundo. La visión a largo plazo queda clara y es favorable al crecimiento y a la mejora del nivel de vida en los países emergentes. Por lo tanto seguimos necesitando mantener nuestra asignación en línea con esta visión a medio plazo y gestionar los riesgos a corto plazo. Dios me libre de prometerles un verano sin crisis, pero les aseguro que permaneceremos al pie del cañón para proteger sus activos.