Los derivados son productos financieros cuyo valor depende del precio de otro activo, el subyacente, que puede ser un índice bursátil, acciones, materias primas, bonos o divisas. Los mercados de derivados financieros funcionan con gran velocidad, lo que requiere de mucha agilidad en la toma de decisiones.

La clave de este mercado es el efecto apalancamiento, pues por la cantidad dedicada a la compra de un activo, se puede aspirar a mayores beneficios adquiriendo derechos de compra, pero también se soporta más riesgo respecto a la compra de un activo.

Dependiendo del tipo de derivados, pueden comercializarse en los mercados organizados, como el secundario, o en los mercados no organizados (OTC).

Entre los derivados, destacan los futuros, las opciones, los warrants, los certificados y los CFDs.