El segundo rescate a Grecia llega con 130.000 millones de euros encima de la mesa para evitar una suspensión de pagos. Los 27 Estados de la Eurozona se pusieron por fin de acuerdo. Se ha evitado un problema grave por el momento, pero no se ha solucionado de forma definitiva.

En la madrugada del lunes al martes Europa por fin se puso de acuerdo, tras dos semanas retrasándose una decisión que todos sabían que era necesaria y urgente. El acuerdo prevé una quita del 53,5% nominal para el sector privado, superior a lo inicialmente pactado, a través de un canje de bonos. Las pérdidas para los inversores podrían alcanzar el 75% en términos reales, según cálculos de los expertos (más de 200.000 millones están en manos privadas), pues hay que tener en cuenta que con los canjes de bonos también se modifican los intereses a percibir. El canje de bonos se iniciará el 8 de marzo y establece unos tipos del 2% entre 2012 y 2014, del 3% entre 2015 y 2020 y del 4,3% desde 2020 hasta 2042. A cambio, Grecia implementará un plan de ajuste de 3.300 millones y una troika estará permanentemente en Atenas supervisando la política económica griega. O, dicho más claramente, compartiendo soberanía fiscal con el Ejecutivo heleno, que también acepta un bloqueo de sus cuentas para garantizar el pago de su deuda.

Los 130.000 millones (España aporta 15.600) permitirán a Grecia evitar una suspensión de pagos descontrolada y ganar tiempo, porque las condiciones pactadas no parecen muy realistas. El segundo rescate llega dos años después del primero, que ascendió a los 100.000 millones de euros.

Crecimiento optimista

El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la Unión Europea, Olli Rehn, aseguraba días antes de la firma que Grecia había vivido por encima de sus posibilidades y que aunque el ajuste “será muy exigente”, es necesario para corregir la situación. La primera parte está clara, la segunda no tanto. El rescate contempla reducir la deuda helena actual del 160% del PIB, al 120% en 2020. Para ello, se prevé caída del producto de un 2,8% en 2012, crecimiento cero el año que viene y del 2% en 2014. Estas estimaciones están entre el optimismo y la exageración. Hay que tener en cuenta que el PIB cayó un 6,8% en 2011. Se ha evitado una quita descontrolada, pero no se ha corregido de forma definitiva la situación, y en el futuro volveremos a escuchar hablar de futuros y necesarios acuerdos.

Porque, ¿cómo puede cumplir Grecia con estas previsiones de crecimiento? Parece un ejercicio de excesivo optimismo. Nada invita a pensar que el país heleno pueda mejorar sus cifras, más teniendo en cuenta los progresivos ajustes del gasto público. La demanda agregada nacional seguirá bajo mínimos. Y Grecia no es un país exportador. El crecimiento vinculado al gasto evitó que mirara hacia fuera estos años atrás, y la imposibilidad de devaluar su moneda al compartir el euro impide que Grecia pueda tener un impulso competitivo. En este sentido, Grecia representa al extremo el camino hacia el euro a dos velocidades que repasábamos en otro post.

Impacto

Las bolsas no han respondido con entusiasmo al segundo rescate heleno. De hecho, el Ibex registró caídas los dos días posteriores al acuerdo, incluso con la banca liderando la corrección. Esto se debe a dos factores. Por un lado, durante las dos semanas anteriores los mercados habían descontado el acuerdo. Era necesario e inevitable. Esto diluyó el efecto, y además, no zanjar de forma definitiva con el acuerdo el problema en Grecia no anima a los inversores. La acogida ha sido mejor en las subastas del Tesoro, que siguen la tendencia de lo que va de año. Horas después del acuerdo, el Tesoro consiguió emitir letras a tres y seis meses con intereses por debajo del 1%. Los analistas esperan que continúe la marcha positiva en la financiación de deuda pública. Por ahora, en menos de dos meses el Tesoro ha colocado más del 41% de las necesidades de emisión para este año.