Publicado en Finanzas.com.

En lo más crudo de la crisis, las rentabilidades se desbocaron. Ahora, la deuda, ya sea pública o privada está de capa caída y hay que rebuscar bien para hallar las oportunidades.

Efecto embudo, volatilidad, escaso retorno, salidas de capital con dirección a la renta variable… Simplemente, este no va ser el año de la renta fija. No parece que vaya a haber un aumento significativo en el crecimiento global y tampoco en la rentabilidad que ofrecen los bonos. Por contra, entre la retirada de estímulos de la Fed y la actuación del BCE, lo que sí está asegurado es la volatilidad en este tipo de activos.

Dentro de las categorías de renta fija, se espera que los diferenciales de crédito, en un entorno positivo, puedan seguir siendo una fuente de ganancias. La clave para estos activos es fundamentalmente el cupón, que permite rentabilidades por encima del 3 por ciento. De manera ordenada, valorando no sólo las fuentes de rentabilidad sino cuestiones adicionales como flujos y volatilidad, desde Inversis se inclinan por las categorías de ‘high yield’, seguido de periféricos, ‘investment grade’ y, finalmente, emergentes.

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