Publicado en RATm, por Juan Luis García Alejo

The Dirty Dozen, 1967. Una película bélica que narra las peripecias del Mayor Reissman, interpretado por un inolvidable Lee Marvin, al que se le encomienda una misión difícil, suicida y hasta cierto punto, sucia. Una misión para la que selecciona doce convictos militares. Aquello comienza y acaba como el rosario de la aurora y con moralinas varias…, pero no quiero hablarles de aquellos Doce del Patíbulo, como se les conoció en España, sino de otros doce que en opinión de una parte de la ciudadanía son poco menos que patibularios. Y lo son porque han entrado a dar recomendaciones en el sacrosanto territorio de las pensiones.

Doce tipos de diversa filiación política, pero de corte tecnócrata o del ámbito docente; que casi llegan a un acuerdo: 11 a favor, de los cuales 2 hicieron voto particular, uno para abstenerse; y un experto contrario al resultado final. La verdad, para cómo está el país, me parece un elevado consenso. En especial al recordar lo espinoso del tema tocado.

Mi premisa para el tema de las pensiones es que la inmensa mayoría de los escenarios que se podían dibujar a plazo, volvían al sistema insostenible o ingobernable. Conozco y he leído las tesis de reputados economistas o sociólogos que tienen una posición contraria (Vicenç Navarro, por ejemplo), pero creo que aquí los números son tozudos: demografía, participación y productividad, bajo los parámetros actuales conducen irrevocablemente a escenarios bizarros. Sí, podemos especular con cosas que no existen y pueden llevarnos a equilibrar a plazo el sistema. Pero, sería imprudente, cobarde, propio de la fase-de-negación. Irracional. También decíamos que el tabaco no mataba. O que el planeta no se estaba calentando.

¿Y el informe? Antes de entrar en el contenido, diré que me parece que está redactado con un exquisito cuidado. Se entiende. La mano de los docentes y las ganas de explicar y hacerse entender se notan. Es transparente. Y sensible con aquellos a los que afecta. En las formas quiere ser un informe que se aleja de “los tecnócratas” y de las sociedades a las que unos pocos “no elegidos” les imponen recetas. Invita de forma reiterada a que sea la soberanía y los canales democráticos los que acaben decidiendo. Ellos, los doce, se sitúan en un punto que quiere ser neutral. El de un prescriptor.

Sobre el contenido, no añadiré nada repitiendo la fórmula de marras. Sólo señalaré algunos puntos:

  • El FEI (Factor de Equidad Intergeneracional) aparece en la fórmula como resultado de nuestra creciente longevidad. La buena noticia que es el aumento progresivo de la esperanza de vida, supone un factor desestabilizador para el sistema. La tesis del FEI es sencilla: sea cual sea el momento en que te jubiles, éste sea neutral respecto a los derechos devengados. O lo que es lo mismo. La tarta que se reparte es la misma, si vives más te toca repartirla entre más años. Así habrá un leve ajuste (a la baja) en la primera pensión de todos. Más intenso cuanto más jóvenes seamos. El FEI sólo se aplica a los nuevos pensionistas.
  • El FRA (Factor de Revalorización Anual). Éste es para todos. Su diseño ha tenido en cuenta sobre todo la evolución de la tasa de dependencia (número pensiones entre número de cotizantes). El IPC no será más que el punto de partida para la revalorización anual. A partir de él correcciones: ingresos del sistema, nuevos pensionistas, impacto de la sustitución de quiénes salen del sistema y quiénes entran. Y un ajuste plurianual en función del grado de desequilibrio en un ciclo económico. En cristiano, ajustes suaves que empujan al sistema hacia el equilibrio estructural.

Muchas cautelas para el diseño de una fórmula que, sí, tiene un efecto negativo sobre la pensión media. Ésta bajará en proporción al salario medio. No de forma dramática, no de forma rápida, sí de forma que pretende ser justa y ajustada a las normas propias (Constitución) e indicaciones europeas. Y a pesar de esto será una bajada que notemos. Reforma técnicamente aseada, pero… que acabamos pagando en forma de menores pensiones. Insisto en que creo que no abordar esta reforma implicaría previsiblemente un “borrarme del mapa” que acabarían pagando futuras generaciones […]

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