El CIO (Chief Investment Officer) es el responsable de la gestión de la cartera de valores de la empresa, un cargo crucial a la hora de tomar decisiones sobre en qué y cómo invertir. En la mayoría de los casos, el CIO trabaja mano a mano con el CFO (Chief Financial Officer) y tiene la potestad de proporcionar directamente al CEO (Chief Executive Officer) las actualizaciones periódicas sobre la situación actual de las actividades de inversión de la compañía.

La presencia de un CIO se asocia generalmente a las grandes entidades. En las empresas más pequeñas las funciones de un CIO pueden ser desempeñadas por un comité de finanzas integrado por otros ejecutivos de la empresa, supervisados ​​por el CFO.

Entre las responsabilidades de un CIO se incluyen la colocación de las órdenes de inversión, el asesoramiento a los agentes de inversión y los propios informes sobre la evolución de la cartera.

El grado de libertad que goza un CIO puede variar según el organigrama y el tamaño de la compañía. En algunos casos el CIO estará facultado para tomar decisiones de inversión con un límite monetario específico sin la necesidad de consultar con cargos superiores. En otras ocasiones, el CIO puede funcionar más en calidad de asesor y requiere la aprobación del CEO y el CFO antes de seguir adelante con los compromisos de inversión a largo plazo.  Lo que le faculta, en definitiva, para actuar de forma independiente será la existencia de una política de inversión global en la propia compañía, donde se incluyan los objetivos de retorno de la inversión, la tolerancia al riesgo, la política de gasto, etcétera. Con este marco acordado, el CIO puede actuar con el pleno apoyo de la compañía.

Los pilares básicos en los que se debe asentar un CIO:

– Habilidad para entender la naturaleza de los distintos mercados de inversión

– Capacidad de proyectar con precisión el rendimiento futuro de las inversiones que forman parte de la cartera de valores.