Un split (o desdoblamiento de acciones) es un ajuste matemático que se realiza al valor de las acciones de una compañía, sin cambiar la composición del accionariado. Consiste en disminuir el valor de cada acción y aumentar su número, respetando la proporción monetaria de los inversores.

Un ejemplo sencillo para entender cómo funciona un split sería el siguiente: Las acciones de una empresa valen 100 euros. Con un split, éstas pasarían a valer, por ejemplo, 10 euros. Tras el ajuste, cada accionista que tuviese una acción de 100 euros, tendría ahora 10 acciones de 10 euros.

Normalmente, a medida que una empresa crece, el valor de sus acciones aumenta. El problema está en que si el precio de una acción es demasiado alto, se puede frenar su liquidez. En este sentido, aunque el split no tiene por qué afectar a la cotización de la empresa, al mejorar la liquidez del valor, el mercado lo percibe como positivo.

Esta estrategia la desarrollan numerosas empresas, incluso las que cotizan en el Ibex 35. El objetivo de esta decisión es ganar sobre todo liquidez y pequeños accionistas.

Un contra split (o agrupación de acciones) es un ajuste a la inversa. Consiste en multiplicar el valor nominal de la acción. Para ello, se unen paquetes de acciones de forma que si, por ejemplo, una acción valía antes 1 euro, ahora valdrá 10 euros tras unir paquetes de 10 acciones de 1 euro. 

Este movimiento bursátil del contra split no es una operación muy usual en el parqué, pero algunas empresas de baja capitalización, cuya cotización no llega al euro, recurren a esta estrategia.