Las acciones son las partes en las que se divide el capital de una empresa. Cada inversor de una compañía posee un número determinado de acciones, por lo que será dueño del porcentaje que esos títulos representen de la compañía. El valor de todas las acciones de la compañía es su capitalización de mercado.

Por el simple hecho de tener una acción, esa persona ya es accionista de la compañía y tiene derecho a poder asistir a asambleas, acceder a los balances y también a recibir dividendos de la empresa según su política de remuneración a accionistas.

Es importante distinguir entre dos tipos de acciones, como son las acciones cotizadas y las no cotizadas. Las primeras se intercambian en un mercado secundario oficial, como es el caso de la Bolsa de Valores, lo que permite no tener que buscar por su cuenta un comprador para las acciones. Las no cotizadas por su parte, no presentan estas ventajas.

También hay más clasificaciones, como las acciones ordinarias, que son las que comúnmente conocemos; las preferentes que otorgan el pago de una rentabilidad según sus resultados, pudiendo no darlos en caso de pérdidas; las convertibles que tienen la capacidad de transformar un bono en una acción o viceversa, etc.

El número de acciones de una compañía lo determina la propia empresa a la hora de emitir sus acciones. Su precio de cotización de la acción lo marca el mercado, ya que está sujeto a la ley de la oferta y la demanda, por lo que si la demanda es elevada influirá al alza en el precio del título. Si por el contrario, la oferta es muy amplia o la demanda muy reducida, presionará a la baja el precio de cotización.