Elaborado por Juan Luis García Alejo, director de Análisis y Gestión de Inversis Banco, en su blog Rage Against The mARKETS (RATm).

“… El tipo de cambio de 8 pesos [por US$] es un nivel adecuado, pero quieren llevarnos a un dólar de 13 pesos que tendría un efecto devastador sobre la producción, el empleo y los salarios. No lo vamos a permitir”

A. Kicillof, Ministro de Economía de la República Argentina, enero 2014

“Hay un misterio, para mi indescifrable, en la lealtad de una porción considerable del pueblo argentino hacia una fuerza política que, a lo largo de todas las veces que ha ocupado el poder, ha ido empobreciendo más al país, malgastando sus enormes riquezas con políticas demagógicas, azuzando sus divisiones y enconos, destruyendo los altísimos logros que había alcanzado en los campos de la educación y la cultura, y retrocediéndolo a unos niveles de subdesarrollo que había dejado atrás antes que ningún otro país latinoamericano”

Mario Vargas Llosa, mayo 2012

A ojos de la mayoría de observadores financieros Argentina, en su versión actual del kichnerismo peronista, era un proyecto fallido, inestable. Ausente de encaje en el mundo económico que vivimos, las bolivias, los ecuadores, o las venezuelas eran compañeros de viaje de los argentinos en los proyectos altísimamente intervencionistas de corte popular y populista que han marcado el devenir de su actual situación. Los episodios frecuentes de “bandera”, “patria” y “enemigos exteriores malísimos” que conspiran contra la estabilidad del proyecto político de CFK et al. alimentan un imaginario colectivo que en último término acabará por tener que acudir al diván y escucharse a sí mismo.

Argentina devaluando como catalizador de la reciente inestabilidad de los mercados puede ser un hecho, sin embargo sería naïf asociar esta idea a una suerte de sorpresa desconocida para los analistas e inversores. La olla a presión era una realidad desde hace tiempo. Por cierto, en España somos bastante conscientes de esa situación a raíz del episodio Repsol-Ypf-Vaca Muerta.

Todo suma.

Argentina ha vivido recientemente en un sistema de tipo de cambio fijo (por ser preciso: regulado con convertibilidad limitada) frente al dólar que ha mantenido al peso argentino por encima de lo que sus fundamentales de equilibrio de largo plazo sugieren. Mantener la fortaleza de una divisa contra lo que de forma natural ocurriría, lleva a que las autoridades monetarias del país, en este caso el Banco Central de la República Argentina (BCRA), tenga que salir a defender el cruce con la venta masiva de dólares. Sostener una verdad de cristal es caro. Así, según los datos del BCRA en su reciente Informe Monetario Mensual, las reservas internacionales excluyendo los DEG se situaban en los 30.590 millones de US$ a cierre de diciembre, lo que supone una caída de las mismas de unos 15.000 millones de US$ en dos años. O más del 30% de las mismas, que habían permanecido “estables” entre los 45.000 y 50.000 millones de US$ entre diciembre de 2007 y diciembre de 2011. Too much. Especialmente para un país que sigue sentándose en la mesa del club de París para renegociar su deuda externa. Un país al que un juez neoyorkino aún pone los pelos como escarpias con sus decisiones; Thomas Griessa, que atiende desde hace años las históricas demandas de los fondos buitre que buscan recuperar dinero de inversiones pasadas en el país y que aún trata de bloquear las reservas del BCRA bajo la premisa de la falta de independencia de éste respecto al gobierno.

Sostener el peso en el entorno de los 6,85ARS/US$ (promedio oficial del mes de diciembre de 2013) estaba resultando caro. Probablemente, la caída de las reservas internacionales por debajo de los 30.000 millones de US$ ha actuado como uno de los desencadenantes del cambio de opinión del ejecutivo argentino respecto a la convertibilidad del peso argentino y al ritmo de devaluación del mismo. Porque hay un tipo de cambio oficial y una realidad diferente, el tipo de cambio blue, de la calle, del mercado negro. La brecha entre ambos viene tendiendo a la ampliación desde mediados del año pasado (ver gráfico). Normal. El mercado negro anticipa la “insostenibilidad” de un tipo cambio tutelado irreal a costa de unas reservas internacionales menguantes. No sólo eso sino que además incluye en la ecuación de forma racional las expectativas de evolución del diferencial de inflación entre ambas zonas. El año pasado la inflación bordeó el 30% YoY, mientras la de EE UU…, pues eso tonteando con el 1% YoY. Uh-oh! 

Y este punto constituye otro de los talones de Aquiles económicos de esta gran nación: la falta de control sobre la inflación. Varios son los factores que acechan a esta variable:

  • El ya mencionado del “falso” tipo de cambio por la vía de la incorporación a los costes de producción del precio de inputs cada vez más caros, la dualidad de precios y el mercado negro.
  • El tradicional autoengaño de la monetización del déficit (sin control o esterilización) que desde marzo de 2012 fue ampliado, permitiendo al gobierno de la república solicitar al BCRA que le diese a la maquinita de imprimir pesos con más velocidad de lo que venía ocurriendo hasta ese momento (ver gráfico). Mala solución para financiar las políticas de gasto y subvenciones de corte clientelar o populista. Sobre todo si sacrificamos la credibilidad de un organismo que debería de ser independiente como es el BCRA.
  • M3 – Crédito. Como no puede ser otra manera, la anterior política tiene consecuencias mecánicas. ¿Cuánto creen que creció la M3 en el año 2013? Sólo en diciembre un 4,1% MoM. En todo el año un +27,9%. En paralelo han crecido los créditos al sector privado: +34,7%. El nivel de endeudamiento en pesos viene creciendo por encima del ritmo de expansión de los agregados monetarios: mala receta. Un ejemplo, los préstamos vía tarjeta de crédito crecían en 2013 un espeluznante 42,7%.

 

 

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