El riesgo es, por una parte, la probabilidad de pérdida, de que una inversión pierda parcial o totalmente su valor. Por otra, es la incertidumbre que genera una inversión derivada del desconocimiento del futuro. En general, el riesgo soportado está inversamente relacionado con la rentabilidad esperada. Todo inversor debe elegir si prefiere mayor rendimiento esperado aun soportando mayor riesgo o lo contrario.

Para determinar esta decisión, se habla de aversión al riesgo, que es la mayor o menor necesidad de minimizar el riesgo por parte del inversor.

Hay diferentes tipos de riesgo. Entre ellos, el riesgo de la empresa, del sector, financiero, sobre el tipo de cambio, o sobre el país.

Cada activo tiene una determinada prima de riesgo, que es la diferencia entre el riesgo de éste, respecto a otro activo tomado de referencia para la comparación. Con las acciones es habitual compararlas con el riesgo sistémico del mercado. Se puede medir por la llamada Beta, que tiene en cuenta todos los tipos de riesgo, y se calcula dividiendo la variabilidad conjunta del activo y el mercado (covarianza) respecto a la variabilidad individual (varianza) del activo que se evalúa.