Invertir en fondos de inversión asegura ciertas ventajas y, además, es sencillo. Esto ha provocado que desde su aparición en España en los años 80 se han ido configurando como uno de los productos preferidos para los inversores.
Iniciar la inversión a través de un fondo de inversión es muy simple. Para empezar, hay que convertirse en partícipe del fondo, al suscribir participaciones. Éstas se caculan dividiendo el capital invertido entre el valor liquidativo de las participaciones (parte del patrimonio del fondo correspondiente a cada una de ellas).
Después, es recomendable hacer un seguimiento de la inversión, para saber en todo momento si se está satisfecho con el rendimiento. Las gestoras están obligadas a remitir un informe de posición del fondo como mínimo, una vez al mes. Pero además, los partícipes pueden ir evaluando su inversión a través de los medios de comunicación, informes de la CNMV, información extra de la gestora y del fondo, etc. También es importante vigilar las distintas estadísticas que arrojan información sobre el funcionamiento del fondo, como la rentabilidad, volatilidad, etc.
En caso de no estar satisfecho con la inversión, por un cambio en el perfil del inversor, o por cualquier otra razón, el inversor puede solicitar un traspaso de fondos. Éste se realizará tras petición a la gestora del fondo de destino.
Para recuperar la inversión hay que solicitar el reembolso de las participaciones, ya sea de forma total o parcial. Habrá que soportar las comisiones que determina el fondo, y que no pueden superar el 5%.