Publicado en El País.

Nada como el oro refleja el sentimiento del miedo entre los inversores. Las subidas de precio del metal precioso suelen mostrar capitales nerviosos en busca un cuartel de invierno para pasar el vaivén de otros mercados y este arranque de año ha dado un vuelco sorprendente: si 2013 fue para el oro un año para olvidar, con una caída de cercana al 30%, la peor en más de tres décadas, este ejercicio ha arrancado con una ganancia acumulada de cerca de 5%, hasta los 1.262 dólares por onza. La armonía se ha roto en este arranque de año: las grandes bolsas comenzaron 2014 con subidas y los refugios más tradicionales, los bonos alemanes y estadounidenses, tenían que aumentar sus intereses para venderse en el mercado, pero el guión dio un giro a mediados de enero con las turbulencias de los mercados emergentes como detonante.

Juan Luis García Alejo, director de Análisis y Gestión de Inversis Banco, advierte de que “las Bolsas han caído sobre todo porque habían subido mucho y en muy poco tiempo, llevábamos tres meses y medio con ganancias intensas y constantes, en los primeros 20 días de enero se había descontado prácticamente todos los multiplicadores de 2014”. Wall Street ha perdido tras acabar el año pasado en su récord histórico.

La cotización de la deuda de países periféricos del euro como España e Italia, en cambio, se ha visto beneficiado por el apetito por el riesgo de 2013 y también han aguantado el cambio de humor de este con subidas. Los bonos españoles acabaron el viernes con una rentabilidad del 3,57%, un nivel precrisis, el mínimo desde 2006, y el interés de los títulos italianos, en el 3,68%, también se encuentran en el nivel previo de la Gran Recesión.

El motivo, para García Alejo, es que “los inversores ven que las cuentas del país mejoran y que el BCE está detrás dispuesto a respaldar a estos países, así que pueden proseguir el camino de vuelta [a unos tipos de intereses previos a la crisis] y no se ven afectados por las recientes convulsiones del mercado”.

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