Europa sufre los latigazos de la crisis de deuda. El PIB de la Eurozona cayó tres décimas en el cuarto trimestre de 2011, dejándola al borde de la recesión técnica. Sin embargo, ésta se ensañará más con unas economías que con otras y, sobre todo, la recuperación será asimétrica, agrandando las diferencias económicas entre países.

El principal motor de la Eurozona se ha quedado sin gasolina. El PIB de Alemania registró un descenso de dos décimas, aunque fue menor de lo esperado por los analistas. La otra potencia del euro, Francia, se desaceleró pero sin llegar al rojo, con un crecimiento del 0,2%. En el Sur de Europa, el producto de Italia se contrajo siete décimas y un 1,3% el de Portugal. El gran drama se vive en Grecia. Eurostat sólo facilitó el PIB interanual, que registró una caída del 7%. En España la producción disminuyó un 0,3% intertrimestral, arrastrada por un nuevo desplome de la demanda interna.

Los datos de crecimiento muestran diferencias entre el centro y Norte de Europa y la periferia. Pero las divergencias aumentan atendiendo a las expectativas de recuperación. Mientras que en Alemania ya hay señales optimistas, en España, por ejemplo, todo lo contrario.

Antes de terminar 2011, el índice de confianza empresarial alemán reinvirtió la tendencia negativa del año. En la misma línea, la confianza inversora alemana se ha situado en febrero en terreno positivo por primera vez desde mayo de 2010. A esto hay que sumarle que Alemania sigue creando empleo. En el cuarto trimestre del pasado año alcanzó la cifra de 41,6 millones de trabajadores, el mejor dato desde la reunificación.

Las previsiones apuntan que la Eurozona entrará en recesión en el segundo trimestre. Sin embargo, los analistas no descartan una remontada en 2012 que sitúe a la zona euro en crecimiento en el conjunto del año, gracias a las economías centroeuropeas.

Pero todo parece indicar que la recuperación será asimétrica. La búsqueda para cumplir con los objetivos de déficit pactados con Bruselas, la debilidad del consumo interno y la falta de competitividad exterior dejan un panorama pesimista en las economías de la periferia. Con todo, los expertos más optimistas esperan que cuando las locomotoras del euro inicien la recuperación y, si ésta es sólida, protagonicen un efecto arrastre hacia el resto.

Asimetrías

La salida de la crisis deja a la vista un escenario de crecimiento a dos velocidades bien marcadas. Esto agrandaría las asimetrías entre los países con modelos económicos sólidos, encabezados por Alemania y Francia, y la periferia. En el Sur de Europa, las exportaciones están aliviando la dolorosa coyuntura, aunque su importancia respecto a la producción es limitada. El diferencial de competitividad entre unas y otras economías europeas aumentó en el periodo de fuerte crecimiento anterior a la crisis, lo que ha reducido las posibilidades de mirar hacia fuera como vía de escape.

La idea del euro a dos velocidades ha circulado siempre que la moneda ha tenido problemas. Durante el pasado verano incluso pareció una posibilidad real, aunque los máximos mandatarios europeos lo descartaron. En general, los expertos no ven con buenos ojos esta opción, ya que a largo plazo tendería a disparar las divergencias económicas y terminaría agrietando el proyecto europeo.

Donde sí coinciden los analistas es en la necesidad de avanzar hacia una Unión Monetaria Óptima. Es decir, cumplir los requisitos que el economista canadiense Robert Mundell enumeró en 1961: movilidad laboral, flexibilidad salarial y disciplina fiscal. En el primer caso, sólo el 3% de los trabajadores europeos residen por trabajo en otro Estado. La falta de flexibilidad salarial se traduce en rigideces en los precios, y esto merma la competitividad exterior. En tercer lugar, es evidente que cada país ha seguido unos objetivos fiscales diferentes.

¿Es viable una Eurozona óptima? Rotundamente no. O, al menos, no a corto ni medio plazo. Pero esto no debe ser obstáculo para intentar dar pasos en esa dirección.