En la jerga bursátil, se denominan «blue chips» a las acciones de empresas con una posición financiera sólida y estable. El término fue incorporado al mundo de los parqués en los años 20 por Oliver Gingold, último empleado de Dow Jones en trabajar con sus fundadores: Charles Dow, Edward Jones y Charles Bergstresser. Su origen está en los casinos estadounidenses, donde así se identifican las fichas azules, las que representan un mayor valor.

Las inversiones de acciones de «blue chips» suelen tener un alto valor de capitalización bursátil y gran liquidez. Los analistas las consideran como una inversión segura o de bajo riesgo, por lo que es una importante opción para aquellos que deseen diversificar su cartera de valores sin asumir grandes riesgos. En tiempos de crisis financieras, cuando las bolsas caen, las «blue chips» tienden a mantener una evolución mejor que el resto de acciones. Son, pues, valores estables, de poca volatilidad y con alta liquidez, lo que permite contratarlos y venderlos en cualquier momento.

En España las «blue chips» estarían localizadas entre los principales valores del Ibex 35, especialmente en las grandes y más solventes entidades financieras junto a grupos de comunicación y empresas de energía.