Las participaciones preferentes son un producto financiero complejo que aúna características de la renta fija y de las acciones. No tienen fecha de vencimiento, por lo que para recuperar su dinero ha de ponerlo a la venta, al precio del mercado secundario, que puede ser muy inferior al capital inicial aportado. El Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) no garantiza este producto en concreto. Para cubrir este riesgo suelen ofrecer rentabilidades mayores que las de los depósitos a plazo fijo, aunque no siempre se cumple esta tendencia.

En época de crisis, las preferentes se convierten en una trampa porque si la entidad emisora no tiene beneficios ese año, el cupón no se cobra. Esto junto a que el precio de venta lo fija el mercado secundario hace que si la cotización está baja se puede incluso perder una parte del capital, y si además se dan muchas órdenes de venta y pocas de compra es prácticamente imposible recuperar lo invertido.

El canje de preferentes por acciones que ofrecen las entidades financieras se debe a la normativa Basilea III que entra en vigor el 1 de enero de 2013. A partir de ese momento, las participaciones preferentes dejarán de contar en el Tier 1 (relación entre el capital social de un banco con el total de sus activos ponderados por riesgo. Si éste es alto supone que se tiene un importante colchón por detrás para hacer frente a las deudas existentes). Es decir, las preferentes dejarán de servir para reforzar el capital del banco.