En esta ocasión, te invitamos a que conozcas de la mano de Observatorio Inversis dos cuestiones fundamentales a la hora de decidir invertir tu dinero en empresas cotizadas. Sus ventajas y riesgos, además de darte los porqués de ello, te darán las claves que definen tu perfil inversor.

¿Qué ventajas tiene invertir en una compañía cotizada?

La inversión en acciones de una sociedad cotizada ofrece ventajas frente a la inversión en acciones no cotizadas, a saber:

  • Liquidez. Para comprar o vender acciones únicamente es necesario transmitir a un intermediario autorizado la orden correspondiente, lo que conlleva, sin embargo, gastos en concepto de comisiones por tramitación, cánones de bolsa, etc. En cambio, si la compañía no cotiza, ha de ser el propio inversor quien debe buscar una contraparte para su operación, lo que puede complicar y encarecer en gran medida la operación. Volviendo a las compañías cotizadas, es reseñable advertir que no todas las cotizadas tienen la misma liquidez. Esta dependerá, fundamentalmente, del tamaño de la compañía y de su free float, o capital flotante. Esto es, grosso modo, las cotizadas con mayor tamaño y mayor free float ofrecerán más liquidez.
  • Valoración de la compañía. El mercado asigna de forma continua un valor a las sociedades cotizadas, el cual es recogido en el precio de las acciones -o cotización-. En el caso de una no cotizada, por el contrario, no está determinada por el mercado, por lo que es más complicado estimar el precio de la acción.
  • Transparencia. Están obligadas a difundir al mercado aquella información que pueda afectar al precio de la acción a través de su página web y las comunicaciones que deben remitir a la CNMV.
¿Qué riesgos tiene la inversión en acciones?

Los principales riesgos están vinculados a la incertidumbre sobre sus rendimientos. En concreto:

  • Las acciones no tienen una rentabilidad conocida ni predecible
  • El comportamiento de la acción en el pasado no garantiza su evolución futura
  • La evolución de una acción depende, además de la propia compañía, de factores ajenos como la situación de la economía, la evolución de los mercados, de los intereses, de la inflación, etc.
  • No tienen plazo de vencimiento, por lo que la inversión sólo puede deshacerse mediante la venta de las acciones

Así pues, los inversores deberán decidir si la adquisición de acciones es adecuada a su perfil de riesgo en cada momento.