Publicado en RATm, por Juan Luis García Alejo

Leviatán no estaba de buen humor. Era el día del desfile del Orgullo y a pesar de haber salido del armario se sentía triste. Tantos años de represión, un padre muy estricto (Thomas Hobbes) y ahora que se decidía a subirse en una de las carrozas, institucional, por supuesto, le ponían encima de la mesa el anteproyecto cuasi-definitivo de la LGUM. ¿Mande? La Ley de Garantía de la Unidad de Mercado. Una Ley llamada a cambiar algunas reglas del juego. Así, el omnímodo poder de Leviatán intuía en la LGUM una sombra que le amenazaba no ya a él, sino a cada uno sus 17 vástagos. Los leviatanitos autonómicos que iban camino de superar a su padre de repente veían cómo sus intereses quedaban al descubierto y sin protección. Especialmente preocupados se mostraron los que participaban del gen nacionalista: Jordi, Gorka, Maruxa…

La LGUM constituye una norma con un afán ordenador del infinito apetito del Leviatán autonómico. Es necesaria en mi opinión porque el desarrollo del modelo de estado autonómico había llegado a cotas delirantes. Entiéndanme, estoy a favor de la descentralización: ordenada, con sentido, que cuando decida piense en unidades de decisión de orden superior (el Estado Central, la UE), que tenga por bandera el interés general, que vaya más allá de su ombligo. Y estoy en contra de la mala gestión. En estos años al servicio de intereses bastardos se han desarrollado normativas infumables. Distintos legisladores, distintos objetivos, de forma que los Reinos de Taifas han creado cuerpos legislativos que para la misma tarea exigen requisitos diferentes si estás en Palafrugell o en Cariño. La voluntad de los leviatanes autonómicos, la misma ordenación administrativa territorial, genera distorsiones de mercado de dramáticos efectos: fragmentación del mercado, exceso de acción legisladora, desincentivos a la competitividad y en definitiva acciones externas que imponen costes a las empresas que en último término acaban pagando los consumidores.

Thomas Hobbes, el padre del Leviatán, se revuelve en su tumba al sentir las intenciones que persigue la LGUM… Y su hijo, Leviatán, antes de partir rumbo a la carroza del Día del Orgullo aún le manda un WhatsApp al Molt Honorableque dice: “Artur, no te preocupes. Acuérdate del Sexto Derecho del Soberano según Hobbes: censura a los medios de comunicación y restringe las libertades de expresión si consideras que el orden público está en peligro. Suerte!”.

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