A mi vuelta de Estrasburgo escribo sobre la suerte que he tenido de participar en una pionera e interesante experiencia iniciada por el Parlamento Europeo y apoyada directamente por la eurodiputada popular Cristina Cortines.

La finalidad del proyecto era probar la influencia, el efecto, cómo es la transmisión de información y cómo se puede mejorar la comunicación entre las instituciones y los ciudadanos.

El grupo de invitados que acudimos a la cita era muy variado. Treinta personas de diferente índole, condición y profesión. Todas españolas y con un punto en común: nuestra presencia en las redes sociales.

De todos nosotros, la única dedicada al sector bancario y el mundo de las inversiones era yo. El resto de compañeros de aventuras eras emprendedores, consultores de empresas, periodistas, social media, investigadores y profesores de universidad…

La experiencia ha supuesto para mí conocer más a fondo y de primera mano aquello que estudié cuando iba a la Facultad de Derecho y nos iniciaban en el Derecho Comunitario Europeo. Revivir ese espíritu europeísta que en los 90 inundaba el ambiente y que hoy en día hemos perdido. Los ciudadanos están cada vez más alejados de Europa y parece que Europa también lo está de los ciudadanos.

Muchas veces he hablado de que la crisis que vivimos no es sólo una crisis económica sino una crisis de valores y una crisis de confianza hacia todo lo que conocíamos hasta ahora. Crisis de confianza que se hace más patente hacia las instituciones, cualquier institución: Iglesia, Monarquía, Europa, Gobiernos… Esta crisis lleva a una ruptura casi total entre ciudadanos y políticos. Y, como políticos que son, los que desempeñan sus funciones y carreras en las instituciones europeas también lo sufren.

Los ciudadanos están cada vez más alejados de Europa y parece que Europa también lo está de los ciudadanos

Creo que lo que este experimento europeo ha querido plasmar es un problema, este problema concreto que acabo de mencionar. Se dan cuenta de una realidad, reconocen el problema y quieren reconducirlo. El siguiente paso es ¿cómo?… Para eso fuimos nosotros allí: Gente con “voz e influencia en las redes sociales”, gente llena de ideas frescas, experiencia y ganas de aportar para poder reinventar la relación Europa-ciudadano.

Gente con “voz e influencia en las redes sociales”, gente llena de ideas frescas, experiencia y ganas de aportar para poder reinventar la relación Europa-ciudadano

La primera noche de nuestro encuentro mantuvimos un debate muy interesante en el que se sacaron conclusiones como las siguientes:

1.- La transparencia de las instituciones europeas tiene que mejorar y aprender de los blogueros y tuiteros. La comunicación directa prima hoy en día. La comunicación directa es transparencia.

2.- En las redes sociales la gente busca comunicación y no únicamente información. Los usuarios necesitan un feed back. Necesitan saber que son leídos. Que se les escucha.

3.- Las redes sociales necesitan contar con un factor emocional, si no, no funcionan. Las empresas, las marcas, las instituciones tienen la obligación de “humanizarse” en las redes. Si no lo hacen, no tendrán éxito. Existen mil formas de comunicar, pero hay que empatizar con la otra parte.

4.- El sistema de comunicación a través de redes sociales es un prueba-error. Es fácil saber si funciona o no. Si no funciona, debes cambiarlo. La red te permite esta reinvención, sólo debes intentarlo.

5.- En la comunicación en las redes sociales el que comunica debe arriesgar si quiere “presencia”. Debe estar dispuesto a equivocarse y debe saber rectificar. Pero debe correr el riesgo de equivocarse. En redes sociales, nunca estará mejor el dicho de que el que no arriesga no gana.

María Muñoz

Asesora Financiera de Inversis Banco