Publicado en El Economista.

Aunque la expectativa de una reunión de política monetaria en un mes de agosto suele ser baja, si su protagonista es Mario Draghi la situación cambia por completo. El presidente del Banco Central Europeo no anunció  ambios en la política de la entidad -los tipos seguirán en el mínimo del 0,15% y la facilidad del depósito en tasas negativas-, pero sí ha dejado lecturas que el mercado, ya tocado, ha interpretado a la baja.

Mario Draghi ha reconocido que el crecimiento sigue siendo «débil y desigual». Consciente de que «se ha ralentizado», ha puesto sobre la mesa el impacto que pueden tener las tensiones geopolíticas que se están produciendo en distintos puntos del planeta. «Está bastante claro que si esos riesgos geopolíticos se materializan, los próximos dos trimestres presentarán un crecimiento económico más bajo. Otra historia completamente diferente son los países que no han hecho reformas o han hecho muy pocas, en los que se ha venido observando esa debilidad trimestre tras trimestre».

De hecho, el presidente del BCE dio un tirón de orejas a estos países, al señalar que las economías que han acometido reformas estructurales se están comportando mejor. «No es sólo un mensaje indirecto para Francia e Italia, sino que va más allá aludiendo a la necesidad de cierta cesión de soberanía para realizar reformas», apunta Marian Fernández, responsable de estrategia de Inversis. De todas las tensiones geopolíticas que se están produciendo, es el conflicto entre Rusia y Ucrania el que, según Draghi, «va a tener un mayor impacto en la eurozona».

Lee el artículo completo en El Economista.