Publicado en Cinco Días

La Reserva Federal estadounidense ha vuelto a demostrar esta semana su poderosa influencia sobre la evolución del dólar. El mes de octubre había sido caótico para la mayor economía del mundo, con quince días de cierre en el gobierno federal y un acuerdo in extremis y no definitivo para elevar el techo de deuda. Y la torpeza política, con un inevitable impacto en la economía, había provocado una nueva depreciación del dólar frente al euro, que llegó a alcanzar máximos en los dos últimos años, en los 1,38 dólares.

“Un euro en niveles de 1,40-1,50 dólares de forma sostenible sí sería un problema. Y de cara al próximo año, lo normal será que la divisa comunitaria se deprecie”, apunta Marian Fernández, directora de estrategia de Inversis. Las esperanzas en esa depreciación, que sería un auténtico alivio para las exportaciones españolas y comunitarias, se basan en la retirada paulatina de las compras de deuda por parte de la Fed, que ha alimentado con sus estímulos la debilidad del dólar frente al euro. Así, frente a la inactividad de un BCE poco inquieto por la fortaleza de su divisa en un entorno de crisis, la Reserva Federal no ha dudado en intervenir en favor del crecimiento económico, aunque haya sido a costa de inundar los mercados de una liquidez que ha debilitado al billete verde.

El fin de esos estímulos será el punto de inflexión para el juego de fuerzas de las divisas. En este contexto, en Royal Bank of Scotland auguran que el euro se depreciará desde los niveles actuales –de 1,348 dólares el viernes– hasta los 1,317 al cierre del actual trimestre y a los 1,20 dólares a finales del año próximo. Un nivel más próximo al punto de equilibrio que debería tener el euro frente al dólar en opinión de los expertos. AFI lo sitúa en los 1,23 dólares por euro e Inversis en un rango de entre 1,25 y 1,35 dólares.

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