La semana pasada hablábamos de como la India se estaría sumando a ese grupo de países de la región que reorientan su política de alianzas hacia los EUA, alejándose de la órbita china. Les explicaba como la India ya ha prohibido algunas
importaciones desde China, y ha ilegalizado las descargas de 59 aplicaciones tecnológicas chinas en el país (entre ellas, la popular Tik-Tok). Este fin de semana fue el turno de la UE y los EUA. Si bien Bruselas no pasó de lo declarativo, sin llegar a tomar ninguna decisión concreta, los 27 países miembros de la UE enviaron un comunicado conjunto exigiendo a las autoridades de Hong Kong (es decir, a Beijing) que reconsidere su decisión de retrasar por un año las elecciones al Consejo Legislativo, así como la decisión de descalificar (y dejar fuera del proceso electoral) a varios legisladores pro-democráticos. El comunicado informaba que “la UE sigue monitorizando la situación en Hong Kong” y apuntaba que “la decisión de posponer las elecciones legislativas, mediante el recurso de los poderes de emergencia, perjudicarán la renovación del mandato democrático”. Respecto la descalificación de candidatos pro-democráticos”, la UE informa que tal decisión “debilita la reputación de la ciudad y su consideración de ciudad libre”. Según la UE, la protección de los derechos políticos en Hong Kong estaría siendo violada, y esa es una parte fundamental del principio “One country – two systems”, y que la UE apoya.

Por su parte, Washington sí sobrepasó lo declarativo y acometió nuevas acciones contra Beijing mediante la amenaza de prohibir la descarga de la aplicación TikTok en suelo nacional (como hiciera la semana pasada el primer ministro Modi en la India). Mediante esta amenaza, y como seguramente ya saben, la empresa matriz de TikTok (la china ByteDance) podría verse forzada a vender sus operaciones en los EUA a una empresa norteamericana (probablemente Microsoft). Lo verdaderamente
importante aquí no es que una empresa china tenga que vender sus operaciones en los EUA. Lo relevante es que después de que Washington restringiera en 2019 el negocio de Huawei (la empresa china de hardware de mayor éxito), se hace cada vez más evidente que las acciones de Washington podrían estar marcando el fin de la expansión de las empresas tecnológicas chinas. Y es que, con razón o sin ella, tanto Huawei como ByteDance (y otras tantas empresas chinas) viven bajo la sospecha permanente de que su tecnología pueda ser, de facto, un canal de recopilación de información para el gobierno de China. Por supuesto, las empresas chinas afirmarán que nunca accederían a demandas de información por parte de su gobierno; pero no debemos perder de vista que la Ley de Inteligencia China obliga a todas las empresas (sin excepción) a cooperar con el apparatus del estado, es decir,  con el Partido Comunista. Y eso es algo que justifica sobradamente los recelos y la desconfianza del mundo. ¿Por qué? Una cosa es imaginar los intereses legítimos de un gobierno y de su pueblo para progresar. Otra cosa es poder imaginar los intereses de algo que se llama Partido Comunista, y que se autoerige como representante del pueblo. Suele ocurrir (en política) que los intereses de partido están “por encima” de los intereses del pueblo.

No se trata de que Washington pueda (o no) encontrar evidencias de que ninguna empresa china haya actuado en contra de la seguridad nacional. Se trata de si el riesgo potencial existe o no. Por ejemplo. ¿Podría Huawei, siguiendo las órdenes de Beijing, hacer caer las comunicaciones de un país en un momento crítico? Si se contempla eso como una posibilidad, entonces se justificarían las restricciones. Lo mismo ocurre con aplicaciones como TikTok o similares. Su amplia popularidad y uso, combinado con la complejidad de los algoritmos que definen su funcionamiento, hacen que sea legítimo pensar que podrían censurar ciertas informaciones contrarias a los intereses de China, y promover otras favorables, llegando incluso a influenciar sobre procesos electorales. ¿No fueron los demócratas del Capitolio quienes afirmaban tener “pruebas irrefutables” de la injerencia de Moscú en el resultado electoral de 2016? ¿Qué les hace pensar que no pueda volver a repetirse una intromisión desde un país externo, especialmente si este país está considerado como un “Rival Estratégico” por la actual administración? Un debate complejo, sin duda, y que por el omento ofrece más interrogantes que respuestas.

Quizás, como solución, estas empresas tecnológicas chinas debieran ofrecer mayor  transparencia en su funcionamiento. Debo decir que, hasta el momento, han ofrecido justamente lo contrario. Una junta de supervisión del Reino Unido concluyó en un duro informe que TikTok recopilaba una “excesiva cantidad de datos de sus usuarios, y que no era suficientemente eficiente en proteger esos datos”. Lo mismo dijo de Huawei, de quien afirmó que presentaba “serias vulnerabilidades en sus prácticas de privacidad”. Seguridad y privacidad, son campos en los que las empresas chinas suspenden. Tampoco resulta de ayuda para las empresas chinas que las relaciones de Beijing con el resto del mundo estén hoy en su punto más bajo en décadas. El Reino Unido dio marcha atrás y bloqueó el uso de equipos y tecnología de Huawei para el desarrollo de la red 5G. India ha prohibido las descargas de unas 59 apps chinas. Europa acaba de condenar el manejo que Beijing está haciendo sobre Hong Kong. Y los EUA han designado a China directamente como un “Rival Estratégico”.

Sí. Me atrevería a decir que los vientos soplan en contra para las empresas tecnológicas chinas, y un ejemplo de lo que les puede suceder es precisamente lo que hemos visto con las ventas de Huawei, que se han desplomado un 50% en
Europa desde que el Departamento de Comercio de los EUA bloqueara el acceso de Huawei al conjunto de aplicaciones propiedad de Google, haciendo que sus teléfonos fueran menos atractivos. Hasta ahora, la atención de Washington se centraba en las empresas de hardware chinas, pero también están ya en el radar las empresas de software, cuyas operaciones en mercados extranjeros se verán, probablemente, mucho más restringidas a partir de ahora. Mucho me temo que ni un repentino cambio desde Beijing alteraría ya el rumbo para las empresas tecnológicas chinas, que podrían estar enfrentando el fin de su ciclo de expansión global.