Una quita es básicamente la reducción del dinero que uno debe. Se recurre a la quita ante situaciones de dificultad en el pago de una deuda, para facilitar o asegurar el abono del resto de la cantidad adeudada.

El acreedor acepta la rebaja de una cuantía de la deuda con la intención de evitar el impago de la totalidad.

Una quita puede producirse por iniciativa del deudor, del acreedor, o de ambos:

– El deudor realiza una petición formal a sus acreedores para que estos rebajen la deuda que mantiene con ellos.

– El acreedor, por propia iniciativa, libera parte de la deuda, renunciando al derecho sobre esa cantidad.

– Ambos llegan a un acuerdo por el que el acreedor remite una parte de la deuda al deudor, y éste paga la otra parte correspondiente.

Un sencillo ejemplo sería el de una persona que tiene una deuda de 1.000 euros con otra. Si el deudor no puede pagar la totalidad de la deuda, una opción sería la quita de una parte de la misma. Si se acuerda una quita del 30%, significa que el acreedor libera al deudor de 300 euros, y así éste pagaría sólo 700. De esta forma se incrementa la probabilidad de pago por parte del deudor, al ser la cantidad a pagar menor.

La quita de deuda puede resultar muy atractiva para un deudor, pero éste debe tener en cuenta que es posible que en un futuro se reduzcan las oportunidades de conseguir un préstamo. Esto se debe a que la confianza en esta persona o entidad percibida por los prestamistas se ha reducido, y con ella, la certeza de que el crédito va a ser devuelto.