Aprovechando que un buen número de los profesionales de Andbank lleva en el sector financiero más de 20 años, hemos querido echar una mirada atrás y valorar en qué ha cambiado la gestión de patrimonios desde que comenzó el siglo XXI hasta hoy. En esta serie de artículos que hoy comenzamos, buscaremos la visión desde los distintos ángulos: el del gestor, el del analista, el del estratega, el del banquero personal o el de compliance. También pulsaremos la opinión de profesionales ajenos a la casa: economistas, profesores de finanzas, think tanks y otras gestoras y casas de análisis. Con todo ello trataremos de dibujar cómo ha evolucionado y hacia dónde camina la gestión de la inversión en las últimas décadas. Hoy comenzamos charlando con Fernando Hernández, subdirector de Andbank Wealth Management.

Lo primero que destaca Fernando en la evolución en estos casi 20 años es la agilidad y eficiencia que ha traído la evolución tecnológica al sector: «Cuando yo empecé, la gestión de carteras te obligaba a una manualidad operativa muy poco ágil. Hoy en día los medios tecnológicos de que disponemos te facilitan la gestión a gran escala, antes las economías de escala no se aplicaban; cuando crecía el patrimonio que gestionabas tenías que aumentar el número de personas que trabajaban con ese patrimonio, hoy podemos gestionar patrimonios a gran escala y operar de forma más activa. Antes todo era por teléfono y pensábamos que eso era la máxima inmediatez posible, ahora todo lo canalizamos por vía informática y eso aporta una gran limpieza, transparencia en los procesos y agilidad en la operativa».

En su opinión, la evolución en la gestión de patrimonios en estos años ha reforzado el peso del análisis fundamental de compañías como forma de aproximación a los activos en la gestión de grandes patrimonios: «Antes se hacía mucha estrategia de trading, de comprar y vender a corto todo, ahora eso ya lo incorporan las máquinas, con las nuevas tecnologías el análisis técnico tiene una utilidad mucho más específica que es el darte el punto de entrada en el valor, te ayuda a contextualizar y te da el timming pero por sí solo no te da una base completa para operar». En dos décadas la forma de recopilar datos, procesarlos y analizarlos ha cambiado radicalmente: «Han quedado atrás los tiempos en que trabajábamos de una forma mucho más rudimentaria, todos teníamos nuestras hojas de cálculo hechas artesanalmente, en las que incorporábamos datos a medida que las compañías los publicaban, te hacías el modelo y a partir de ahí trabajabas. Ahora realmente puedes hacer un análisis fundamental  más masivo, antes tenías que sentarte con el management de cada compañía y preguntarles todo y luego procesar esos datos, con lo que solo podías tener en el radar un número determinado de compañías. Hoy puedes tener monitorizados todos los valores a nivel de análisis fundamental, las máquinas hacen una parte del trabajo y así el gestor puede concentrarse en estudiar y analizar datos en agregado, detectar las mejores compañías y decidir cuáles son interesantes. Proveedores de datos como Bloomerg, Reuters o Factseet te permiten generar de forma global balances y cuentas de resultados en agregado, es mucho más eficiente».

La percepción del cliente también ha evolucionado en estos años, como apunta Hernández: «el cliente se va saliendo del tópico de ‘si los mercados suben yo tengo que subir igual’, cada vez es más consciente de que tienes que obtener un retorno sujeto al riesgo que asumes, la ‘benchmarckizacion’ se está suavizando mucho. Antes no era así, el cliente vivía pendiente de eso, ahora son más inversores, saben que la inversión tiene unos plazos para dar fruto y que hay acontecimientos que pueden ser positivos para un activo y negativos para otro». Asímismo ha evolucionado el tipo de compañías que más interesan al inversor: «en este sentido yo creo que el cambio ha venido dado por la crisis, el inversor español siempre ha estado obsesionado por Telefónica, bancos, eléctricas, lo que no funcionó en ese momento. Por ello, sí ha habido un mayor interés por pequeñas, mercado internacional y sectores de consumo y tecnología, hasta el punto de que se está tornando casi en una moda, pero eso ya es otra historia».