El euro empezó a cotizar internacionalmente el 1 de enero de 1999. Su acogida no fue precisamente la que estaban esperando los expertos. La moneda única sufrió una fuerte depreciación al inicio por las salidas de capitales europeos hacia Estados Unidos, deseosos de participar en las subidas bursátiles ligadas a las nuevas tecnologías y que culminarían en una primera burbuja tecnológica.

Más de una década después, el euro se encuentra en una fase de pérdida de valor, avivada por la tardanza de la recuperación económica en Europa, la incertidumbre en los mercados y el recorte de los tipos de interés por parte del BCE.

Durante 2001 se produjeron dos repuntes poco duraderos, siendo a principios de 2002 el momento en el que la tendencia a la apreciación se impuso decididamente, perdurando hasta julio de 2008.

El 27 de Febrero de 2006, el euro marcaba un mínimo en los 1,18 dólares. A partir de entonces, lo que centra la atención del mercado es el enorme tamaño del déficit corriente norteamericano y las potenciales dificultades para financiarlo. Con el inicio de la crisis, el papel del dólar como moneda refugio ha contribuido a su apreciación.