Los warrants son productos financieros derivados que funcionan como opciones de compra o de venta. A diferencia del resto de opciones, sólo pueden ser emitidos por una entidad, su plazo de vencimiento puede ser mayor y son muy líquidos, pues pueden comprarse y venderse en la Bolsa Española.

Otorgan al inversor el derecho a comprar (warrant call) o vender (warrant put) un determinado activo, el subyacente, en una fecha prefijada como vencimiento, a un precio acordado (strike).

En caso de derecho de compra, si llegado el vencimiento el valor del subyacente es mayor que el que refleja el warrant, el inversor lo ejercitará y podrá comprar el activo por un coste menor que el que cotiza en el mercado. Si ocurre lo contrario, no comprará el subyacente y asumirá una pérdida limitada a la inversión inicial en la compra de warrants. En el caso de un warrant put, éste marca un precio de venta. En el vencimiento, el tenedor venderá si el precio es mayor que su cotización en el mercado.

La principal característica de los warrants es su fuerte apalancamiento: por un coste menor, se puede optar a beneficios amplificados. Es decir, con el coste de la compra de un activo, se podrían comprar varios warrants. Si por ejemplo una acción cuesta 20 euros, y se gastan en 20 warrants a coste de un euro por unidad y paridad 1/2 (se necesitarían dos warrants para comprar una acción), el apalancamiento sería de 10. Se podrían optar a beneficios derivados de 10 acciones que costarían 200 euros, asumiendo el riesgo de perder 20 euros.